miércoles, 31 de agosto de 2011

Mario se niega a morir.

En estos días he pensado mucho en mi amigo Mario.  Él es uno de esos personajes muy difíciles de olvidar; no podía pasar desapercibido.  Quizás es que me estoy poniendo vieja y me ha dado por recordar cosas que pasaron hace mil años y que de repente, vienen todas juntas "en cambote" a recordarme que estoy viva y que debo dar gracias por ello.

La primera vez que vi a Mario fue después de una llamada de emergencia.  Yo había ido a comer con Felipe y de repente tuvimos que regresar porque Mario había intentado suicidarse con un frasco enorme de pastillas.  Ya venía de regreso de un horrible lavado de estómago y de ver como el alma estaba por partírsele a su madre. Aunque esto sucedió hace mil años, (porque era soltera en ése entonces), lo recuerdo como si fuera ayer.

Mario iba a divorciarse y sentía que había "metido las patas hasta el fondo".  Su esposa había decidido que ya era hora de continuar sola, y en medio de tanto caos, los niños por un lado y Mario regresándose a casa de su madre hasta que hallara un mejor lugar para pasar la tristeza.  Cuando lo ví la primera vez, supe en ése instante que ese hombre alto y moreno, sería uno de mis grandes amigos de toda la vida.

Estaba acostado y oyendo el sermón de Felipe cuando de repente me pidió que me sentara a su lado.  Yo la verdad estaba sorprendida de que un hombre de ésa edad tuviera ganas de morir y dejar a su madre y a sus hijos con un hueco terrible.  En mi cabeza se agrupaban un montón de frases que jamás salieron de mi boca (gracias a Dios). Solo quería decirle: "¿por qué eres tan estúpido pensando que tu vida se acaba con un matrimonio?"...  Sin embargo, yo me había equivocado; el problema no era que su matrimonio había acabado.  El problema era que Mario sentía que no había hecho suficiente por mantenerlo y/o recuperarlo.  Debe haber sido un momento de desesperación tal, que Mario sintió que estaba mejor muerto que vivo.

Después de eso los días pasaron lentamente para Mario.  Lentamente en la compañía de sus 4 hermanos y hermanas que hicieron todo lo posible e imposible para estar con él las 24 horas del día.  Era como si de repente,  todos temían que Mario cometiera otro disparate semejante.

Mario, Felipe, Rosita, César y Rosmar son junto a su madre (y por supuesto, hijos, sobrinos, y etc.), una de las familias más humanas, solidarias, adorables y maravillosas que he conocido jamás.  Son numerosos, ruidosos, alegres, bromistas, sencillos y "muy pero muy unidos" como no existe otra "unión" igual.  Puede que un día tengan poco y hacen  una fiesta con eso, o puede que otro día la cosa mejora y tengan mucho, e igual hacen la misma fiesta.  Sinceramente, ellos son una "célula" a la que cualquier mortal quisiera pertenecer con los ojos cerrados.

Como iba diciendo, la cosa pintaba mejorar para Mario.  Poco a poco salió de la depresión tremenda y se dió cuenta de que era hora de ponerse nuevas metas y enfocarse en su hijos y en su trabajo.  Nadie merecía sufrir su pérdida, porque como hijo mayor, él representaba una de las columnas más importantes de esa familia.  He recordado esto porque siempre hablo con Rosita y Mario siempre está presente en nuestras conversaciones. ¿Cómo podría no estarlo?... Lo cierto es que Mario está muriendo.

Lo paradójico de esta historia es que ahora que Mario está gravemente enfermo y con pocas esperanzas de sobrevivir, no ha perdido su humor y sus ganas de progresar y mejorar siendo mejor hermano, padre, pareja e hijo.  No ha perdido su sonrisa, sus bromas, su alegría interna. No puede ser de otra forma, porque quizás ahora es que sabe que la vida es valiosísima como para perder otro segundo deprimiéndose por cosas que con un poco de esfuerzo y tiempo, pueden solucionarse.

Casi ya no puede caminar, me cuenta Rosita.  Está muy grave con insuficiencia renal, y un montón de cosas horribles que pasan cuando se tiene Diabetes y la enfermedad ha terminado por acabar con otros órganos importantes del cuerpo.  Me dice que ha subido de peso, que a veces no le provoca comer, y que es difícil que tenga una buena noche de sueño.  Que a veces se queda callado como pensando, como tratando de saber en qué punto de su vida está o qué pasará mañana.

Conociéndolo como lo conozco, lo imagino sentado haciendo una broma o abrazando a sus hijas y aconsejando a su hijo.  Hablando con su madre de las cosas del carro y de lo bien que le va a Felipe en Chichiriviche.  Lo imagino igual de alto, con los dientes relucientes en una sonrisa, diciéndome cosas para que me moleste y le diga que es un necio.  Y lo extraño... y lo pienso... porque si pudiéramos retroceder el tiempo y hacerlo todo de nuevo, quizás hubiéramos hecho lo mismo.

Mi punto es que a veces debe estarse cerca de la muerte para valorar la vida; para aferrarse a ella y no dejarla escapar.  Si alguien comprende esto bien, es mi amigo del alma, Mario.  Yo solo espero que ocurra un milagro que le permita bienestar y muchos meses y años más al lado de sus hijos y de su madre.  Y que la vida me de la oportunidad de irlo a abrazar en cuanto ponga los pies de nuevo de Venezuela.

Mario... te mando todo lo humanamente posible de mis buenos pensamientos.  Te quiero.  Solo puedo hacer esto por tí porque ahora hay que esperar que Dios haga su trabajo.  Imagino el duro momento por el que pasan todos allá.  Lo único que sé es que los valientes como tu no pierden tiempo quejándose o lamentándose.  Los valientes como tu, le sacan el jugo a cada momento, a cada minuto y a cada suspiro. No puede ser diferente, verdad?...

Esto está dedicado a mi "cuñis"   MARIO REQUENA, de la ciudad de Valencia en Venezuela.  Hombre de grandes fortalezas y amigo entrañable.

viernes, 19 de agosto de 2011

Tengo 25 y se acabó la discusión, ok?

ADVERTENCIA:  Este artículo pretende hacer que al menos a usted le dé un dolor de cabeza intenso, por ser tan necio, por tener tantos tabúes y por no entender de una vez por todas que la edad es solo un número.  Si usted prefiere y ama tanto los números, vaya corriendo y cómprese un triple en la agencia de lotería de turno... a ver si así ¡GANA EL PREMIO GORDO! y agarra sus 4 peroles y se va lejos muy lejos... ¡donde no puedan verlo más!....

Una vez advertido querido SAPO, y esto va para usted, porque al parecer las encantadoras ranas princesas somos más sabias, le voy a permitir que lea mi artículo.  Esto lo hago en nombre de la ciencia misma, que no tiene la culpa de que usted sea tan necio y de que vaya por la vida poniéndole etiquetas a mis amigas brujas, a quiénes tanto quiero y respeto. 

En mi cabeza empieza a sonar aquel viejo estribillo del cantante mexicano de antaño "José José" que pegó un hit en los 90,  llamado "40 y 20".  Como mi memoria no puede recordar esa canción porque yo quizás tenía unos 3 ó 4 años de edad, he tenido que investigar en youtube.com para saber qué decía la fulana canción.  Y aquí les va el estribillo... "40 y 20, 40 y 20,es el amor lo que importa y no lo que diga la gente..."

¡Dioxxxxx!... estoy tan cansada de las etiquetas malignas de los sapos necios de los charcos de la vida.  Empiezo a creer que está de moda aquello que identifica a una persona como si llevara una etiqueta en la frente con resaltador amarillo fluorescente: "VIEJA", "GORDO", "GAY", CHAVISTA", "MARICÓN"...

¿En qué momento nos volvimos jueces de concursos?...¿En qué momento aceptamos que para tener pareja hay que "seguir los parámetros correctos de la edad adecuada?... Pues les contaré y ustedes juzgarán.

Hace pocas noches me llamó una amiga.  Yo estaba en medio de uno de esos momentos difíciles en donde debes respirar hondo y ser valiente.  Hubo un momento en que me parecía que el cuento era tan loco,  que no sabía si me estaba engañando a las primeras o de veras estaba siendo ella misma.

Mi amiga princesa es linda.  Tiene una sonrisa que podría derretir un iceberg y un cabello que podría batir "shampoos" de 9 a 5 de la tarde y sin parar.  Además de su metro sesenta y cinco cms, tiene 2 poderosas razones muy bien puestas y una actitud que la hacen ganadora de uno de los premios que generalmente otorgo por "personalidad y ego bien distribuído".  Muy a mi pesar, mi amiga rana princesa cayó en el hueco que nos succiona por tener más de 35 años.

Ella tiene 38 años.  Si usted no sabe lo que es tenerlos porque tiene 27 y cree que aparenta 21 (eso es contigo que seguro estás leyendo en este mismo instante), pues yo le diré que los 30 son los nuevos y mejorados 20.  Cuando se tienen 20 años, es el momento perfecto para hacer el ridículo, para enamorarse de idiotas sapos de mierd... que al final nos dejan medio locas y muy pero muy traumatizadas. 

Pero cuando se tienen 30 años, uno ya sabe lo que quiere y lo que hará por llevárselo a casa.  Estamos relajadas, dichosas y tenemos el poder adquisitivo para ir para donde queremos y con quien queramos.  De hecho y para muchas, pues diría que también es el momento perfecto para dejar de tener novios y tener más amantes que te lleven a cenar, que te hagan el amor 7 veces a la semana y quienes se vayan a su casa a dormir mientras nosotras chismeamos con las amigas por teléfono al mismo tiempo que nos pintamos las uñas.

Mi amiga está saliendo con un encantador sapo de 28 años. El problema no es que él los tenga; el problema es que él piensa que ella los tiene también. Como usted no la conoce, quizás quiere  dudarlo un segundo.  Trato de ver su cara en mi cabeza a ver si de verdad la "mentirilla blanca" se amerita y cumple.  Pues si, ella la verdad no aparenta más de 30 años, y quizás tuvo que mentir por el bien de su propia autoestima y por el sexo delicioso que debe estar teniendo.  YO posiblemente lo haría pero solo por la segunda opción. (ja ja ja).

¿Cómo llegaste a esto?, le dije rapidito sin tapujos, porque el que me conoce sabe que tengo poca paciencia.  Ella me dijo: "¡ay bruja!, es que estábamos hablando un día con su grupo de panas y salió el tema de la edad... lo primero que él dijo es que no le gustan las viejas y que no dormiría jamás con alguien con más de 30!..." . Me dijo: "simplemente me aterré".

Ahí está la razón:  MIEDO A LA NO ACEPTACIÓN POR CUESTIONES DE LA EDAD.  Mis pobres oídos no podían creerlo.  Y no podían hacerlo por dos razones, 1) que un tipo fuera de mente tan corta para descartar mujeres por la edad sin tomar en cuenta atributos REALMENTE IMPORTANTES como personalidad, belleza, inteligencia, sentido del humor y química, y 2) que ella,  que siempre había sido una abanderada de la "Generación C", tuviera que recurrir a quitarse al menos 10 años para disponer del tipo que le quita el sueño. Mi cabeza solo permitía que sonaran todas las alarmas que me dejan sin palabras.

No pude sino pensar en una relación muy famosa que fue víctima de duras críticas por parte de todos los medios televisivos internacionales... "Demi Moore y Ashton Kutcher".  Claro, usted dirá amigo sapo lector que evidentemente no podemos comparar a muchas ranas con la preciosa princesa Demi, pero piénselo de nuevo... Demi es linda... pero no es la única... para su sorpresa puedo decirle que conozco a muchas que son igualmente de preciosas y ni siquiera tienen una cirugía.

Cuando yo tenía 18 años y salía con mi novio a comer, muchas veces en los restaurantes lo único que veías era a señores de más de 40 con mujeres de mi edad (18).  Y eso no estaba mal visto, porque la sociedad permite que un tipo con 3 ó 4 divorcios encima salga con una bachiller recien graduada.  Lo que no perdonan muchos en esta sociedad de porras, es que la de 40 se consiga al tipazo de su vida con menos de 25 años.  Y si tiene 20, pues ni hablar del asunto porque es un sacrilegio digno de excomulgación.

Aunque me parece que la sociedad falla en muchas cosas, y no quiero lanzar piedras porque no estoy libre de culpas, lo que me parece insólito es que un tipo de 28 años, con una profesión, con amigos, con varias novias y amantes a cuestas, se crea con el poder de juzgar a una mujer "merecedora" de su amor y de sus "bol..." entre otras cosas, por un número.  No estamos hablando de una abuelita con bisnietos ¡por Dios!, estamos hablando de una mujer preciosa de 38 años.  Alguien que pospuso eso de las relaciones para sacar una carrera exitosa y conseguir un buen trabajo.  Alguien que pensaba que el príncipe azul lo único que tenía que tener era carro para irse pa´ Morrocoy los fines de semana.

Y ahí está, tienen ya varias semanas saliendo y el tipo está feliz creyendo que ella tiene 28 años y que ha tenido tanto éxito que inmediatamente después de graduarse de abogado, se puede dar el lujo de vivir sola.  Yo me pregunto si él de verdad lo cree o lo quiere creer, como también me pregunto si ella puede mantener esa mentira o qué va a pasar cuando ya no la pueda sostener más.

¿Puede uno honestamente descartar a una mujer porque te lleva 7, 8 ó 10 años?... ¿Dónde quedó aquel viejo precepto de que uno se enamora de la persona y no de su cédula de identidad?...

Es cierto, a veces muchas tenemos ganas de que se vendieran "máquinas del tiempo" para retroceder y hacer otras cosas o darle ligeros matices a cosas que dijimos o dejamos de hacer cuando teníamos 20 años.  Sin embargo, eso no se puede y uno solo debe sentirse a gusto con todas las experiencias buenas o malas que se tuvieron en 30 años.  Si algo no salió como esperábamos, pues simplemente deberíamos ser lo suficientemente "autosuficientes" (valga la redundancia),  para aprovechar lo que viene y dejar de llorar tanto por lo que ya pasó. 

Si un hombre puede descartarte porque tienes 35 ó 38, o quizás 40, pues deberíamos descartarlos a ellos por tener una cabeza a los 27 ó 28 años, llenas de cucarachas comiendo cotufas y jugando dominó. 

Como diría mi amiga Valentina, cuyos 39 le sientan de maravilla... ¡lo que una tiene que hacer por un buen polvo, carajo!...