viernes, 30 de julio de 2010

Hoy eres un HADA y mañana eres una BRUJA...

...¡Mami, despierta!
...¿Estás dormida, mami?
¿Tienes los ojos abiertos, mami?

"Mami... ¿eres un hada?"

Hay momentos en que crees que olvidaste algo porque parecía muy simple, o muy loco de recordar.  Y justo ¡zaz! en ese instante, alguien te escribe un mensaje de texto con una palabra mágica y ¡zaz! (otra vez), se activa en tu cabeza un recuerdo que creíste que habías perdido para siempre.  Y gracias a Dios, ese "¡zaz!" y esa llamada, te dan unos segundos instantáneos de inmensa alegría...

No hay nada más cierto que la comparación que hacía mi madre sobre la memoria y el armario.  Sonia decía que la memoria es como un armario viejo y enorme que en el mejor de los casos huele a alcanfor y en el peor de ellos,  a guardado y a viejo. Yo casi podía verlo en la esquina de alguna sala, enorme y oscuro, a punto de salirle brazos gigantes y de encerrarme para siempre en una de sus gavetas.

No importa cuanto frío hacía.  Hacía mucho frío y estaba muy oscuro, pero al parecer la única que podía notarlo era yo, que dormía con un oso que no tenía reparos en dormir sin el cubrecamas enorme y acolchado a pesar de los 16 ó 17 grados que marcaba el aire acondicionado.  La única loca era yo, que dormía en medias, pijamas y suéter.  Y no hay nada menos estimulante que tanta ropa encima; a cualquiera se le quitan las ganas... sobretodo... al oso aquel...

Pero Orianna, caminaba sola por la casa, en mitad de la madrugada, con una interrogante enorme persiguiéndola como el "coco" de los closets; y ella tenía que saber, no podía esperar un momento más. No importaba cuan oscuro estuviera, ni si había que abrir la puerta del cuarto de papá y mamá sin hacer ruido, sin tropezar.  Se sabía el camino mejor que cualquier otro... Orianna tenía que saber...

- Mami... ¿eres un hada?...
- ...¿Por qué Ori?...
- Porque brillas.

Y ahí estaban las palabras más dulces en la voz de una princesa de cuentos.  Y ahí,  en ese preciso momento fue donde descubrí que yo era "mágica"; era como un "hada"... Y no podía contradecirla.

- Si Ori, soy un hada encantada...

La noche anterior habíamos ido para el matrimonio de unos amigos.   Y nosotros... ya teníamos 2 hijas.  Mientras los demás ni siquiera habían conocido a la mujer que les iba a quitar el sueño, (y que de seguro se los quitaría después de casados), estábamos nosotros, casados y con hijos...

Yo llevaba un vestido oscuro, largo y con una aplicación brillante y muy azul.   Había ido a la peluquería a secarme el pelo, a maquillarme y a congraciar a las pecas, y me sentía hermosa.  Pero después de varias horas de bailar, y de preguntarme por qué en esa fiesta había tantas mujeres desesperadas por conseguir novio y tantos hombres pendientes de los posibles carros que se comprarían, estaba muy cansada para siquiera llegar a la casa a quitarme la escarcha que tenía sobre el cabello, y los rastros de algo que seguramente, con la luz de la ventana en el cuarto, podía parecer todo un encuentro con "La Rosa Mística", (con el perdón de los creyentes).

Asimismo me fui a dormir, pero con el pantalón y el suéter, y el vestido guindando en un gancho colgado de los pomos del closet.  Y cuando al fin estaba en el sueño profundo donde eres completamente feliz, estaba ella, con un pie en la cama y otro guindando; con sus manitas pequeñas y sus pelitos negros, muy sorprendida viéndome dormir.  Su mamá tenía que serlo, y había que preguntarle.

Hoy Orianna tiene 10, y mucho ha llovido desde aquella noche de fiesta.  Y su mamá es la bruja que no quiere prestarle los zapatos, las franelas y las pinturas.  Su mamá pasó de ser la figura esbelta y agraciada de los cuentos, a convertirse en la bruja de verruga peluda en la cara.  No importa cuánto brille mamá  ahora; seguramente es a causa de las pócimas... "mamá nada de pescado hoy... ¡queremos hamburguesas vale!"
"mamá hoy es la fiesta de Patricia... me imagino que me vas a llevar"... y lo que nunca falta... "mejor le digo a mi papá que siempre dice que sí..."

Cuando somos las hadas de los cuentos no nos damos cuenta de ello.  Estamos muy ocupadas tratando de que no falte nada en la casa, de que puedas con las niñas y la universidad; de que tu marido se acuerde de pagar la luz porque el tipo que la corta no perdona.  Cuando somos las hadas, somos tan bellas que no lo creemos, que pasamos horas tratando de mejorar algo que de por si es muy hermoso al natural.  Pero cuando los niños crecen, es cuando entonces sabemos que está de moda ser "una bruja", y no porque seas pelirroja como en la Edad Media; sino porque eres la que dice que NO...

¿Será que papá dejó de ser un "papá" para convertirse en un ELFO salvador de nuestros días?...

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